
En un contexto de crisis monetaria crónica, el economista y diputado Ricardo López Murphy lanzó una propuesta que no pasó desapercibida: crear una nueva moneda nacional, llamada «Argentum», para reemplazar al peso.
Según explicó, esta iniciativa busca “refundar la confianza” en el sistema monetario argentino a través de una ley que dé origen a un nuevo signo monetario, acompañado de reglas estrictas de emisión. El objetivo es claro: cortar con la historia de inflación, devaluaciones y pérdida de poder adquisitivo, reinstalando una política monetaria seria, previsible y respaldada.
“El peso ha perdido todo prestigio”, sentenció López Murphy en declaraciones recientes, donde también sostuvo que la única manera de estabilizar la economía es «hacer un reset institucional» de la moneda. En su visión, el “Argentum” podría ser emitido por una institución monetaria independiente, con un enfoque técnico, desvinculada del poder político.
Este planteo toma fuerza en medio del debate por la dolarización o la bimonetariedad, y representa una tercera vía: mantener soberanía monetaria, pero con una moneda completamente nueva que rompa con el pasado inflacionario.
¿Es viable una moneda nueva?
Aunque suena radical, otros países han transitado caminos similares en contextos de hiperinflación o crisis de confianza. El plan de López Murphy contempla un proceso de transición y la posibilidad de crear una legislación robusta que respalde la nueva moneda, incluyendo su convertibilidad y límites estrictos de emisión.
La propuesta genera tanto apoyos como cuestionamientos: para algunos, se trata de una jugada arriesgada pero necesaria; para otros, otro experimento argentino más.