La Justicia brasileña dio un golpe histórico al condenar al expresidente Jair Bolsonaro a 12 años de cárcel por su papel en los hechos del 8 de enero de 2023, cuando miles de manifestantes irrumpieron en las sedes de los tres poderes del Estado en Brasilia, en un intento por desconocer los resultados electorales.
El fallo, que lo responsabiliza por atentar contra el orden democrático, reavivó la grieta en el país vecino. Para sus seguidores, se trata de una condena “injusta y política”, mientras que para sus detractores significa un paso firme en la defensa de la institucionalidad brasileña.
La sentencia se produce en un clima de tensión social y política: Bolsonaro todavía conserva un alto nivel de apoyo en ciertos sectores, lo que podría alimentar nuevas protestas y discursos de confrontación. Al mismo tiempo, el gobierno de Lula da Silva busca transmitir calma y reforzar la imagen de un Brasil comprometido con la democracia.
El futuro político de Bolsonaro queda en suspenso: la condena lo aleja de cualquier aspiración electoral, pero su figura sigue siendo un factor determinante en la escena brasileña.




