
Estados Unidos puso sobre la mesa un esquema integral para apoyar la estabilidad financiera de la Argentina, articulado en tres ejes: un swap de monedas para reforzar reservas, la posible compra de bonos argentinos en dólares y la opción de otorgar un crédito desde el Tesoro. Estas herramientas buscan dar un “colchón” inmediato al Banco Central y ofrecer una línea de defensa ante eventuales turbulencias en los mercados.
El instrumento más destacado es un swap en dólares por US$20.000 millones, una línea que permitiría al Central obtener liquidez en moneda extranjera sin emitir deuda nueva al exterior. Técnicos de ambos gobiernos ya trabajan en la hoja de ruta: según lo comunicado, el primer desembolso podría concretarse tras las elecciones y antes de fin de año para hacer frente a vencimientos próximos.
En paralelo, la Casa Blanca —vía el Departamento del Tesoro— dejó abierta la posibilidad de comprar bonos argentinos en dólares si las condiciones del mercado lo requieren. Es decir: Washington podría intervenir para estabilizar títulos que sufrieran caídas abruptas, evitando que una corrida sobre deuda local se traduzca en una crisis más amplia.
El tercer pilar es la facultad del Tesoro para ofrecer un crédito stand-by o préstamos desde sus mecanismos de estabilización, cuyo tamaño aún se negocia y podría entregarse en tramos según las necesidades argentinas. Las autoridades estadounidenses ya confirmaron conversaciones formales con funcionarios del gobierno argentino para definir plazos, condiciones y garantías.
Más allá de lo técnico, el paquete tiene un fuerte componente político y geoestratégico: la iniciativa se enmarca en una alianza financiera que busca contener la inestabilidad cambiaria y reducir la dependencia de fuentes de financiamiento alternativas. En la práctica, la combinación swap + compras de bonos + crédito buscaría dar tiempo (y certezas) al plan económico local para avanzar con sus metas sin un choque fuerte de confianza en los mercados.