
Argentina experimenta una transformación energética de gran magnitud: mientras se consolida como un actor emergente en exportación de gas natural licuado (GNL), también se abre la puerta a la privatización parcial de su industria nuclear estratégica.
GNL: un fuerte impulso exportador desde Río Negro
Se aprobó la autorización para exportar GNL a través de un segundo barco licuefactor durante 30 años desde la costa de Río Negro. Este proyecto, gestionado por el consorcio que integra a YPF y socios internacionales, duplicará la capacidad exportadora hacia el mercado global. Para que esto funcione, se proyecta un gasoducto exclusivo desde Vaca Muerta hacia el puerto rionegrino. La expectativa: que las ventas de GNL generen miles de millones de dólares anuales para el país.
Privatización parcial de la energía nuclear: una polémica estratégica
En simultáneo, el gobierno nacional dio inicio al proceso para privatizar parcialmente Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA), la empresa estatal que opera las centrales nucleares Atucha I, Atucha II y Embalse. El plan contempla la venta del 44 % de las acciones, mientras el Estado retendría el 51 % mayoritario y un 5 % quedaría reservado para los trabajadores, mediante un programa de propiedad participada.
Este paso está respaldado por la ley de “Bases”, que permite privatizaciones parciales manteniendo el control estratégico estatal. El decreto que formalizará la operación está listo, y se espera que la licitación sea a nivel nacional e internacional.
Desafíos y tensiones en la agenda energética nacional
La iniciativa genera debates intensos. Por un lado, se busca ingresar capitales privados, mejorar eficiencia operativa y renovar tecnología. Por otro, sectores técnicos, sindicales y expertos cuestionan el riesgo para la soberanía tecnológica, la seguridad energética y el impacto en el precio final de la electricidad.
Así, Argentina se mueve sobre dos frentes: por un lado, expandir su rol en el mercado mundial de combustibles limpios a través del GNL; por otro, reconfigurar su matriz nuclear con participación privada. La capacidad de combinar estos ejes decidirá qué tan lejos podrá llegar el país en su nuevo rumbo energético.