
En una movida que sacudió los mercados internacionales, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la implementación de un arancel básico universal del 10% a todas las importaciones. Esta medida, que entrará en vigor el 5 de abril, forma parte de lo que Trump denomina una «declaración de independencia económica» destinada a inaugurar una nueva «edad de oro» para el país.
Además del arancel universal, se aplicarán tarifas adicionales a países con los que Estados Unidos mantiene déficits comerciales significativos. Por ejemplo, la Unión Europea enfrentará aranceles del 20%, mientras que China será objeto de un gravamen del 54%.
Estas decisiones han generado reacciones inmediatas en la comunidad internacional. Líderes de países aliados, como Italia y Australia, calificaron los aranceles de «erróneos» e «injustificados». China, por su parte, anunció que tomará contramedidas en respuesta a las tarifas impuestas.
En América Latina, Brasil aprobó una ley de reciprocidad para responder a las medidas estadounidenses, mientras que el Reino Unido expresó su preocupación y apostó por renegociar acuerdos. Canadá, aunque inicialmente exenta, también se verá afectada por aranceles del 25% en sectores clave como el acero y el aluminio.
Analistas económicos advierten que estas medidas podrían desencadenar una guerra comercial a gran escala, con efectos adversos tanto para la economía estadounidense como para el comercio global. Se prevé un aumento en los precios para los consumidores y posibles represalias por parte de los socios comerciales afectados.
La comunidad internacional observa con cautela los próximos movimientos de la administración Trump, mientras los mercados financieros reaccionan con volatilidad ante la incertidumbre generada por estas políticas arancelarias.