El Gobierno ha decidido avanzar hacia una mayor apertura en las restricciones para compras en el exterior. Desde diciembre, el límite para envíos por courier subirá de u$s1.000 a u$s3.000 por operación, mientras que se eliminarán los aranceles para los primeros u$s400 por envío destinado a uso personal. Según el vocero presidencial, Manuel Adorni, esta medida es un paso más en el camino para eliminar el impuesto PAIS. Los productos solo abonarán IVA en estos casos, marcando una significativa reducción de costos.
Por ejemplo, una prenda que hoy cuesta u$s100 en el exterior paga u$s67 en impuestos, pero con esta medida el monto se reducirá a u$s21. Sin embargo, esta disposición no incluye el régimen de «puerta a puerta» operado por correos oficiales, el cual será objeto de modificaciones próximamente.
¿Un alivio para los consumidores o un desafío para la economía local?
El ministro de Economía, Luis Caputo, destacó en la red social X (antes Twitter): «Estamos brindando más opciones a los ciudadanos para adquirir productos del exterior, justo a tiempo para las fiestas. Esto amplía la oferta y facilita la compra de bienes desde casa».
Aunque este anuncio puede percibirse como un avance hacia la liberación del mercado cambiario, también genera preocupaciones sobre su impacto en la industria nacional, las reservas del Banco Central y la recaudación fiscal.
Haroldo Montagu, economista jefe de Vectorial, explicó que esta medida puede contribuir a la desinflación gracias a los dólares provenientes del blanqueo, pero también podría presionar las reservas. Por su parte, Federico Glustein subrayó que el tipo de cambio aplicado a estas compras, cercano al dólar importador de $1.080, equipara costos con el dólar MEP, lo que permite acceder a precios más competitivos.
Ventajas y riesgos
El Gobierno también aseguró que las empresas podrán importar insumos y repuestos con mayor agilidad. No obstante, economistas como Pablo Ferrari advierten que esta política puede tener un efecto adverso en sectores productivos locales, fomentando una economía más dependiente de las importaciones. A largo plazo, esto podría llevar a ajustes fiscales más severos si se pretende alcanzar un déficit cero.
Finalmente, Pedro Gaite, de Fide, criticó la medida por su falta de planificación productiva. Según él, una apertura indiscriminada no considera las particularidades de la economía local, dejando sectores estratégicos desprotegidos frente a la competencia internacional.
Aunque la flexibilización promete beneficios para los consumidores, el desafío será gestionar sus consecuencias económicas sin comprometer el desarrollo industrial del país.