La industria vitivinícola argentina acaba de dar un giro decisivo: el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) dejó de controlar buena parte de la cadena productiva y más de 900 normas fueron derogadas para alivianar la carga regulatoria. Con esta reforma, el INV se transforma en un ente dedicado casi exclusivamente al control de calidad del producto ya embotellado.
¿Qué cambia exactamente?
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Mediante la Resolución 37/2025, el Gobierno derogó 973 normas vigentes que regulaban etapas como la cosecha, elaboración y transporte de vino. Quedan en pie únicamente los controles sobre el producto final.
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Simultáneamente, en otro acto normativo, el INV dejó sin efecto unas 756 resoluciones emitidas entre 1976 y 2023, como parte de un plan de simplificación burocrática.
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De ahora en más, certificaciones como origen, variedad o añada pasan a ser optativas y no obligatorias para la comercialización, lo que permite una mayor libertad operativa al productor.
¿Por qué esta decisión?
El argumento oficial es claro: eliminar «burocracia absurda», reducir costos y dar mayor agilidad al sector vitivinícola —que produce más de 900 millones de litros al año y exporta cerca de 800 millones de dólares—.
Oportunidades y riesgos
🔹 Ventajas:
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Menos trámites = menor carga operativa para bodegas y viñateros, lo que puede traducirse en menores costos y mayor competitividad.
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Flexibilidad que podría permitir a las empresas adaptarse y responder más rápido a cambios del mercado, tecnologías nuevas o segmentos emergentes.
🔹 Inquietudes:
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Algunos referentes del sector advierten que reducir el poder regulador del INV puede afectar la calidad, trazabilidad y reputación internacional del vino argentino.
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Se plantea la pregunta: ¿la protección de la libertad operativa será compatible con la garantía de autenticidad y estándares que caracterizan al vino argentino?
En síntesis
El vino argentino entra en una nueva etapa normativa: se aparta de la regulación pesada para adoptar un modelo más ágil, centrado en la calidad final más que en el proceso. El desafío ahora será equilibrar flexibilidad y excelencia, permitiendo que los productores innoven sin perder los valores que han consolidado su prestigio global.




