
La decisión del Gobierno de eliminar la barrera sanitaria que impedía el ingreso de carne con hueso plano desde el norte del país hacia la Patagonia reconfiguró por completo el mapa ganadero argentino. Lo que para algunos representa una oportunidad comercial, para otros es una amenaza directa a la economía regional y a su estatus sanitario.
Hasta ahora, la Patagonia se mantenía como zona libre de aftosa sin vacunación, lo que le daba acceso privilegiado a mercados internacionales exigentes, como la Unión Europea y Japón. Pero con el nuevo decreto, el flujo de carne del norte argentino —y potencialmente de Brasil— ya no encontrará restricciones para ingresar al sur.
🔺 Productores y frigoríficos regionales denuncian que esto pone en jaque una construcción sanitaria de décadas. Hablan de competencia desleal, caída en los precios y un golpe directo a la industria local. Incluso, algunos aseguran que fueron engañados por el propio Gobierno, que semanas antes les había garantizado que no habría cambios en el estatus sanitario.
Del otro lado, grandes frigoríficos nacionales celebran la medida: la eliminación de la barrera les permite acceder a un nuevo mercado interno sin costos logísticos ni sanitarios adicionales. “Es una apertura que favorece la competitividad”, sostienen.
🐄 La tensión no es sólo sanitaria o económica. Se está gestando una disputa política y territorial, con denuncias de abandono del federalismo y de avance centralista en decisiones clave para las economías regionales.