
El auge de Vaca Muerta ya no es una promesa: es una realidad que comienza a reconfigurar el mapa energético argentino y, potencialmente, el global. Con cifras récord en producción de petróleo y gas, y planes ambiciosos de exportación de GNL (gas natural licuado), el país podría transformarse en un jugador clave en el mercado energético internacional.
Durante el primer trimestre de 2025, la producción de petróleo en Vaca Muerta creció un 26 % y la de gas un 16 %, consolidando su papel como motor de la autosuficiencia energética argentina. Pero el verdadero salto estratégico está en la visión exportadora: las inversiones en infraestructura —como el Gasoducto Néstor Kirchner y plantas de licuefacción— permiten soñar con llevar GNL argentino a Europa y Asia en plena transición energética global.
Según la consultora Wood Mackenzie, el potencial argentino podría modificar el equilibrio geopolítico del gas a nivel mundial. Empresas como Shell, Equinor, YPF y Petronas ya trabajan en proyectos conjuntos para consolidar esta nueva etapa.
Además del beneficio económico, esto representa una oportunidad histórica para posicionar a Argentina como una fuente confiable de energía limpia, competitiva y en expansión.